Tiempo de Lectura: 7 minutos

Una aventura a través de quienes viven junto al río, con una gota de ironía y toda la transparencia posible


“El lunes próximo se firmará el convenio con el Gobierno Nacional para descontaminar el río Bogotá”: Juan Martín Caicedo, 7 de agosto de 1991.

El discurso del exalcalde va a cumplir 30 años y, recién ahora, se espera inicie la etapa clave del proceso de descontaminación del río Bogotá, uno de los más poluidos de América Latina. “Esto nos permitirá ver la primera transformación en la calidad del agua del río” (Giraldo, 2020).

Dicen que un vaso de agua no se le niega a nadie. Es un gesto cargado de líquido y de significado. Sin embargo, cada quien ofrece el agua de la que dispone, y esa fue la premisa de “Vasito de río”, una serie fotográfica con la que recorrí los 380 kilómetros del río Bogotá, de la mano de mi cámara y una ingeniera ambiental, desde el páramo hasta el Magdalena.

El río existe porque alguien lo observa, así como “el medio ambiente y el paisaje sólo se abren a los fotógrafos que son capaces de captarlos en la manifestación innominada que cobran en un rostro» (Benjamin, 2004). De ahí el valor de registrarlo en quienes lo acompañan.

 

1. Nacimiento – visita el sitio acá

El Bogotá es uno de los muchos afluentes de Colombia que nacen en los páramos, ecosistemas únicos y particularmente frágiles que solo existen en cinco países del mundo, y cerca de la mitad están en Colombia (WWF, 2018). Este río nace a 3300 metros sobre el nivel del mar donde, además del frío, abundan especies de flora como el musgo y los frailejones, de los cuales depende que el aire húmedo del páramo se transforme en las gotas de agua que finalmente llegan al cauce del río.

 

2. El primer municipio – visita el sitio acá

Villapinzón es el pueblo que le da la bienvenida al río. Desde la entrada se hace evidente que la agricultura y la ganadería están en el cotidiano. Las ruanas de lana de oveja y las mejillas coloradas son comunes en la población. Hasta este punto, la carga contaminante del río Bogotá sólo es afectada por vertimientos domésticos que siguen el curso del afluente antes de entrar al pueblo. 

 

3. Salida de Villapinzón – visita el sitio acá

Menos de once kilómetros ha viajado el río y ya tiene otra cara. En buena medida, la responsabilidad es de pequeñas y medianas fábricas del curtido del cuero, al disparar un mar de residuos tóxicos que acaban reduciendo el oxígeno del agua, lo que deriva en la desaparición de peces y otros organismos. A pesar de esto, Villapinzón sigue sin tener una planta de tratamiento y así es como, recién nacido, el río empieza a morir.

 

4. Suesca – visita el sitio acá

El agua arrastra los desechos industriales hasta Suesca, otro municipio del recorrido. Acá, sin embargo, es donde la carga contaminante cede y el río tiene un respiro, gracias a los siete kilómetros recuperados en los que se limpió, reforestó y revivió el afluente (El Tiempo, 2014). Los ojos turistas le dan valor a lo que solo un par de metros atrás no hace siquiera parte del paisaje.

 

5. Gachancipá – visita el sitio acá

Ya a poco más de 50 kilómetros de Bogotá, la zona empieza a ser considerada parte del área metropolitana de la capital. Gachancipá retoma el tono tradicionalista de los pueblos de la zona, pero con el supuesto interés por el cuidado del ambiente que promete la planta de tratamiento del municipio; aunque la vejez de los avisos que lo advierten parezca decir lo contrario.

 

6. La sabana – visita el sitio acá

Acá el río entra a la academia, como en el 2011, cuando la Universidad de la Sabana se inundó por invadir su ribera. En este punto el afluente riega los pastos, cultivos y actividades pecuarias, lo que eleva el riesgo sanitario por el consumo de los productos agrícolas y ganaderos de la zona. El atractivo Puente del Común intenta devolverle algo de dignidad al río en una postal popular pero todavía efímera.

 

7. Noroccidente de la capital – visita el sitio acá

El puente La Virgen, sobre la carretera que conduce del municipio de Cota a la capital, es una estación representativa del río antes de las descargas urbanas que está por encontrarse. Este lugar ofrece los contrastes propios de un paisaje desigual, con condominios lujosos a un lado y casonas sobre barro del otro, con flores doradas al norte y un riachuelo amarillento al sur.

 

8. Al borde urbano – visita el sitio acá

Curiosamente, el río Bogotá no entra al casco urbano de Bogotá; de hecho, marca su frontera occidental con el resto del departamento. Una enorme red de alcantarillas tejen lo que parece ser el único vínculo entre siete millones de personas y un río que, irónicamente, adopta el nombre de su ciudad. El fantasma de la naturaleza muerta y el expansionismo urbano han motivado las obras que prometen iniciar, dentro de poco, la descontaminación más ambiciosa que ha visto el río Bogotá.

 

9. Zona rural de Soacha – visita el sitio acá

El municipio más grande del país recibe las aguas más contaminadas de Colombia, algo que padecen muy de cerca centenas de familias desplazadas y en general marginadas, que se ven en la obligación de instalarse en sitios como este, a pesar del costo ambiental y sanitario que conlleva. En esta etapa el agua está visiblemente afectada, al punto de acarrear capas de espuma blanca que le dan un aspecto desmedido y trágico, tanto por el excesivo nivel de contaminación, como por el injusto panorama social que dibujan.

 

10. Salto del Tequendama – visita el sitio acá

“Yo he visto cascadas más ricas en agua y sin embargo, nunca observé sobre ninguna un nubarrón tan permanente y espeso como sobre el Tequendama”: Humboldt.

Además del nacimiento, este es el único punto en el que la gente se detiene a contemplar el río. El que haya un balcón para observarlo, sirve de excusa para un homenaje inocuo a un paisaje que hace un instante estaba cargado de espuma y de indiferencia. En una suerte de venganza el río aprovecha la caída, se levanta hacia el cielo, rodea todo a la vista y termina colándose en los pulmones de quienes van a verlo.
Esta cascada natural, de más de 150 metros de altura y una profundidad incierta, genera una aireación que reduce mínimamente la carga contaminante, disipando los gruesos componentes perjudiciales al estrellarse contra las rocas.

 

11. Tocaima – visita el sitio acá

El efecto del salto es utópico y pasajero. Ya en Tocaima, un municipio ubicado en la provincia del Alto Magdalena, las aguas arrastran las sobras de más de 10 millones de personas. En este punto el clima, la fauna y la vegetación cambian y conforme el agua se oscurece, el riesgo para la salud humana y de otras especies, se hace más claro.

 

12. Desembocadura – visita el sitio acá

El municipio de Girardot es donde el río se entrega al Magdalena, el más largo e importante de Colombia. Justo ahí, las aguas negras y amarillas hacen juego para empezar su recorrido hacia el Atlántico. El sitio emerge como alternativa para el turismo, con paseos en barca y platos de agua dulce que para muchos en la zona, representan la única opción de empleo.

 

En la fotografía “la luz lucha esforzadamente por salir de lo oscuro” (Benjamin, 2004), así como el agua forcejea para huir de la contaminación y recuperar su aura: «el continuum absoluto de la más clara luz hasta la sombra más oscura».

Si el río Bogotá ha sido un ícono de contaminación, el vaso de agua es un símbolo de humanidad. Que rebose entonces la voluntad para defenderlo y que el río encuentre más luz de la que pueden darle las fotos.

 

REFERENCIAS

Agradecimiento especial a Luisa Fernanda Barrero, Ingeniera Ambiental y Sanitaria que  escoltó el viaje y ofreció la orientación y asesoría técnica necesarias.

Benjamin, W. (2004). Pequeña historia de la fotografía y La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Discursos Interrumpidos.

El primer respiro para el río Bogotá llegará en marzo. (27 de octubre de 2020). Semana Sostenible. Recuperado de https://sostenibilidad.semana.com/impacto/articulo/el-primer-respiro-para-el-rio-bogota-llegara-en-marzo–noticias-hoy/56954

Giraldo, G. (2020). El primer respiro para el río Bogotá llegará en marzo. Semana Sostenible.

Hay que ser bogotanos con pasión. (7 de agosto de 1991). El Tiempo.

Humboldt, A. Viaje al Salto de Tequendama. (26 – 27 de agosto de 1501). Red Cultural del Banco de la República de Colombia. Recuperado de https://www.banrepcultural.org/humboldt/tequendama1.htm

Ley de páramos: comienza la implementación. (1 de agosto de 2018). WWF. Recuperado de

https://wwf.panda.org/wwf_news/?332290%2FLey-de-paramos-comienza-la-implementacion

Los árboles que le han devuelto la vida al río Bogotá. (20 de septiembre de 2014). El Tiempo. Recuperado de: https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-14565524

3
Camilo Sánchez

Publicista. Diplomado en Fotografía y en Guión Cinematográfico. Maestrando en Comunicación Social. Dedicado a la comunicación desde el tercer sector, para la defensa del planeta y de la igualdad entre sus habitantes.

Dejar un comentario