Lo que estamos haciendo a los bosques del mundo, no es sino un reflejo de lo que estamos haciendo a nosotros mismos los unos a los otros.
Mahatma Gandhi
La religión se ha politizado y en nombre de la religión se ha hecho política. Ha habido una relación estrecha entre ambas en el actuar de los seres humanos, desafortunadamente dañina en muchas ocasiones a través de la historia y diferentes partes del mundo. No en vano, hay una frase que dice “si no quieres polémicas no hables ni de política ni de religión”
He tenido la posibilidad de tener algunas aproximaciones teóricas y experimentales a diversas religiones, principalmente, el cristianismo, el budismo, el hinduismo y el islam. De manera similar, he intentado comprender la política desde mi sentida América Latina, donde he podido visitar casi todos sus países y conocer los resultados de izquierdas, derechas, centro izquierda, centro derecha, alternativos, progresistas, conservadores, liberales y tantos otros que siguen buscando su posición en la esfera política.
Es probable que ambas esferas compartan el problema y la solución al constante sufrimiento humano. Empecemos con la religión…
Tengo momentos grabados en mi mente, cuerpo y alma que me permiten afirmar que el problema no son las religiones, el problema es lo que hemos hecho los humanos con esta sabiduría. He podido estar en Dharamsala (Norte de India), con cerca de 3.000 monjes budistas y unos 2.000 extranjeros donde coreábamos al unísono OM MA NI PADME HUM mientras entraba su santidad el XIV Dalai Lama. Presenciar en la imponente mezquita Jama Mesjid de Nueva Delhi, donde los viernes a las 3 de la tarde puedes ver miles de musulmanes rezando hacia La Meca. También pude estar en el nacimiento del Río Ganges en Rishikesh al norte de India (en la puerta del Himalaya) en la ceremonia del Ganga Aarti, la cual reúne a miles de personas que realizan una ofrenda con fuego a la diosa Ganga. Finalmente, en mis raíces cristianas presenciar el servicio desinteresado y puro a comunidades vulnerables desde el amor cristiano, ese que coloca en el centro del servicio el amor incondicional sin esperar a cambio.
En mi sentir, es difícil pensar que estas vivencias sumado a la lectura de los libros sagrados de las religiones, me lleven a creer que la religión es un problema, al contrario, me he cuestionado es ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué? Los seres humanos hemos utilizado este conocimiento para ambiciones de poder, matar personas, irrespetar la creencia del prójimo, querer perpetuarnos en instancias de poder, ampliar brechas, etc. En los libros sagrados de cada religión no se menciona que debes matar a otro o dañar a otro, para tu propio interés. El Corán, los Sutras budistas, el Bagavad Gita o la Biblia no inculcan esto en sus creyentes, al contrario, se encuentran muchas similitudes que vale la pena detallar en otro momento o escrito.
En política es aún más diversa la experiencia de presenciar las virtudes y atrocidades de la política en la vida de las personas, principalmente en Latinoamérica, aunque conocer y presenciar algunas pinceladas en España, Asia y Australia confirman algunos planteamientos. Estamos en una época en la cual la política ha ido perdiendo su dignidad, hay que recuperarle la dignidad a la política, que implica compartir y debatir visiones para que la gente viva mejor. El debate político es enriquecedor, así como las luchas políticas reivindican los derechos de los/as menos favorecidas/os y buscan bienestar para toda la sociedad. Sin embargo, la política ha sido la excusa para muchos seres humanos de imponer intereses individuales sobre los colectivos con consecuencias devastadoras para nuestra sociedad.
Ante este escenario se pueden sintetizar las dos grandes problemáticas que comparten la política y la religión:
Fragmentación:
Los seres humanos no estamos preparados para la integración y la unidad, en un momento u otro caemos en la fragmentación. Por esta razón, David Bohm, físico estadounidense, desarrolla una teoría esclarecedora sobre la existencia de un universo como una unidad indivisible con unidades independientes pero que pertenecen a un todo. El problema con la política y la religión ha sido que las unidades independientes quieren estar por encima de las otras, buscando fragmentar mediante la destrucción y superposición sobre las otras visiones. Unas religiones a otras a través de la historia han querido demostrar que son más y mejores, acá la lista de países sería muy larga. Pero más larga sería la lista en cuanto a las ideologías políticas y las constantes luchas de actores que quieren convencer y derribar al “otro” desde su verdad.
Mal discernimiento:
Los seres humanos nos equivocamos en discernir correctamente que tanto la política como la religión debían buscar un bienestar omnipresente para todas las personas. En nombre de la religión se ha hecho política para establecer imperios a lo largo de la historia y ancho de nuestro planeta con millones de vidas perdidas y problemas sociales de toda índole. Lamentablemente, la religión ha caído en intereses políticos buscando beneficios particulares, vicios de poder, acumular riquezas teniendo como consecuencia ir en detrimento de la vida y bienestar humano. Es curioso ver como en países como Camboya hubo transiciones cada cientos de años entre el Hinduismo y el Budismo al mando de diferentes emperadores; cada vez que llegaba un nuevo imperio derribaba el patrimonio de la anterior creencia para establecer su mirada. También ha sucedido en España, donde gobernó el Islam por siglos hasta la recuperación del poder de parte del cristianismo.
Con la política es similar, se confundió el concepto de poder con el de bienestar para la sociedad. Sin ir muy lejos, el Covid-19 venía con un mensaje de ponernos a prueba si comprendíamos el mensaje que todos/as somos vulnerables, iguales y que debemos conectarnos en un mayor grado de conciencia. Sin embargo, el resultado es que mostró de nuevo el rostro egoísta e individual que tiene el ser humano en nombre de la política, ampliando las brechas entre ricos y pobres, dejando por el camino un aumento histórico en los niveles de pobreza.
La política y la religión comparten una solución:
La solución se llama integración y unidad. Desde la religión, en sus orígenes y pureza, está el amor por el prójimo, que las personas vivan bien donde la unión y fraternidad sean valores transversales. El año pasado conociendo desde lo teórico sobre el Islam y conociendo algunas experiencias me encontré una vez más con como debemos romper prejuicios y juzgamientos sobre otras culturas que no conocemos. Es una pena ver como creemos lo que dicen los medios de comunicación y cuando pensamos en un.a musulmán.a creemos que son personas pensando en atentados terroristas para dominar el mundo. Todo lo contrario, hay una pureza y amor en su mensaje al igual que lo encuentras en el cristianismo. Mario Kaban dice algo muy interesante como el Cristianismo, Judaísmo e Islam tienen las mismas raíces y probablemente hacen parte de la misma esencia, parecido al Hinduismo, el cual tiene diversas deidades y culturales pero todas comprenden que son de la misma creencia. El problema es que Judíos se sienten mejores que Cristianos y Cristianos se sienten mejores que Musulmanes, es la trampa humana de la fragmentación. Una posible solución está en comprender la interconectividad de los seres humanos, incluso con la madre tierra: cada vez que afecto a mi prójimo, me afecta a mí mismo. Con esta visión las religiones y su sabiduría conciliaran que todas aportan al despertar de la conciencia humana para vivir y accionar desde el amor.
Con la política es similar, la unidad de todo el colectivo permite construir sociedades igualitarias y basadas en derechos. Para esto necesitamos comprender que no estamos luchando contra otros, sino buscando puntos de encuentro con el otro/la otra que nos permitan construir desde una visión unánime. Esta visión respeta cada actor independiente desde su diversidad, comprendiendo que él/ella hace parte del todo y debe ser integrado.a por la interconección con todo el grupo.
Tal vez la política y la religión después de tantos siglos de daños y perjuicios tienen en sus manos que dar un salto evolutivo desde el concepto de unidad que permita impulsar personas y sociedades en paz y armonía.
Namasté