No me considero una estudiosa profunda de la obra de José Martí, porque aunque realmente su vida fue corta, nos dejó para la eternidad pensamientos que nos sorprende por su vigencia y enseñanzas.
Al detenerme en su frase: ¡Muerte, muerte generosa, muerte amiga!, no la compartí. Me resultaba muy difícil entender cómo podía clasificar de esa manera a algo que a todos nos resulta triste y doloroso. Por tal motivo me entusiasmó la idea de seguir buscando lo que sobre este tema consideraba nuestro Apóstol.
La obra del Héroe Nacional de Cuba, rica y profunda en contenido, manifiesta el carácter de un gran pensador universal, el más universal de todos los cubanos, su pluma plasma un amor nacido para el hombre y la naturaleza, incluyendo la muerte como ley natural de la propia vida.
“Rojo como en el desierto
salió el sol al horizonte
y alumbró a un esclavo muerto,
colgado de un ceibo del monte
un niño lo vio
tembló de pasión por los que gimen
y al pie del muerto juró
lavar con su sangre el crimen”.
Martí al conocer desde temprana edad el dolor de ver a su Patria humillada bajo el imperio español, en su pensamiento se manifiesta ya lo que representaba la muerte cuando se ofrece la vida a una causa justa, constituyendo un sacrificio que será un altar de gloria para la historia.
…Muero feliz: la muerte
Poco me importa, pues logré salvarla…
¡Oh¡ que dulce es morir cuando se muere
Luchando audaz por defender la patria.
En esta estrofa del teatro Abdala, escrita siendo un adolescente, ya manifestaba el alto valor que le daba a la defensa de la Patria, la cual ponía por encima de todo amor, incluso por encima al de la propia vida.
Con sólo 16 años de edad, estando en prisión auguraba que su vida iba a ser corta y que no la dejaría de aprovechar, tenía muchas cosas que decir, que escribir. Sabía que moriría pronto, ya sea por su salud perdida en el presidio o bien porque ofrendaría su vida por la libertad de Cuba, es decir, presentía cerca de la muerte y no dudó ni un instante en dedicarse en cuerpo y alma a la libertad.
Por supuesto que consideraba que la muerte de seres queridos, de vidas que empiezan, duele, se llora, hace sufrir a los hombres.
…“No graba cincel alguno como la muerte los dolores en el alma…”
Valora la muerte de mártires, de hombres que tienen honor y justeza en su actuar, como algo que perpetúa su imagen, por tanto viven más.
Refiriéndose a su amigo y compañero de lucha Fermín Valdez Domínguez, escribe:
…”¡Glorioso Joven! ¡Ya puede morir, puesto que no ha de prestar a su patria un servicio mayor!..”
Para él estaba claro, que cuando se cumple un gran deber en la vida, no hay que temerle a la muerte, se ha de ver esta como algo natural. Uno puede morir en paz consigo mismo cuando en la vida ha logrado vencer lo que se ha propuesto.
“…Pero los muertos, son las raíces de los pueblos y abonadas con ellos la tierra, el aire nos lo devuelve y nutre de ellos, ellos encienden en el corazón cansado el fuego que se apaga…”.
Los que pierden su vida en un servicio importante para su Patria, para su pueblo, hacen la historia, pasan con esa acción de morir a la inmortalidad, son la base, el sustento de donde nos nutrimos, de donde sacar el ejemplo, la guía de lo bueno, es el fundamento de lo que sigue.
José Martí marca una brújula ineludible para encontrar cual es el camino, si lo dejamos en su siglo le estaríamos privando de un espacio vital, despreciando su posible contribución y prescindiendo de un ayudante excepcional.
“…Es que vivo por mi patria, y por su libertad real, aunque sé que la vida no me ha de alcanzar para gozar del fruto de mis labores, y que este servicio se ha de hacer con la seguridad, y el ánimo, de no esperar por él recompensa…”.
“…Si me tocara hoy morir de lo que, bien por calores de la fantasía, bien por las flaquezas reales del cuerpo, no me siento lejos, moriría atormentado. Y no con aquella calma con que, apenas tenga a mi lado a mi mujer, y a mi hijo, tendré el derecho de morir. No moriría hoy tranquilo…”
Vemos que es un sentimiento constante en su pensar y actuar, que se repite a lo largo de su obra, el de dedicar su corta vida, por entero a la causa de la libertad de la Patria. Si la muerte le llegara por causas de salud u otra causa que difiera de lo que fue el sentido de su vida, el de dedicarse en cuerpo y alma a la libertad de Cuba, sería una muerte prematura, porque dejaría inconcluso anhelos, deseos, proyectos, aspiraciones de culminar la obra de la libertad de Cuba.
“… el que se ha encarado mil veces con la muerte, y llegó a conocerle la hermosura, no acata, ni puede acatar, la autoridad de los que temen a la muerte…”.
El que ha estado expuesto al peligro de morir por lograr sus propósitos en una causa bella, puede verle el lado hermoso de la muerte y por tanto estará por encima de cualquier autoridad que niegue este actuar.
“Otros lamenten la muerte necesaria, yo creo en ella como la almohada y la levadura, y el triunfo de la vida… El árbol que da mejor fruta es el que tiene debajo un muerto… La muerte da jefes, la muerte da lecciones y ejemplos, la muerte nos lleva el dedo sobre el libro de la vida,¡ Así de esos enlaces continuos invisibles, se va tejiendo el alma de la patria¡”.
Cuando se brinda la vida por causas valederas, no tememos a la muerte, porque se cumple bien con la obra de la vida, el ejemplo que legan los caídos por esa causa, forman mejores hombres, hacen historia que engrandecen y aglutinan a los pueblos, porque las huellas dejadas siempre estarán en la memoria de los que continúan esa obra como homenaje a los que murieron por ella.
No es sólo amor a la Patria lo que se manifiesta en su pensamiento, en su obra y en su vida, es un sentimiento de sensibilidad ante el dolor, la vergüenza, la disposición para entregarse al hermano, al amigo, colocar el amor a la madre, al hijo, en la cúspide de ese sentir.
“No cree el hombre de veras en la muerte hasta que su madre no se le va de entre los brazos. La madre, esté lejos o cerca de nosotros, es el sostén de nuestra vida. Algo nos guía y ampara mientras ella no muere. La tierra, cuando ella muere, se abre debajo de los pies”.
Pena cruelísima, pena en el fondo del alma, amargura de soledad y sufrimiento, como si el mundo se sumiera por siempre en las tinieblas y la causa sagrada de su corazón y la existencia hubieran perecido, es esencialmente lo que representa para un hijo, la pérdida de su madre.
Alto sentido del honor y vergüenza se representa, cuando manifiesta que es preferible ofrendar la vida cumpliendo un objetivo trazado, que seguir viviendo indiferente a los tormentos del mundo.
…¡Mejor es morir abrazado por el Sol que ir por el mundo, como una piedra viva, con los brazos cruzados¡…
A pesar de la influencia de la religión en la educación de los hombres de la época en que le tocó vivir, no manifiesta pensamientos profundamente místicos, si no que ve la religión que practica, como la fe en las virtudes de los hombres: cortesía, agradecimiento, sensibilidad, honor, una fe que debe ser amoldada a la inteligencia que sea razonable, un gran sentimiento de amor, como el derecho de los hombres a su plena conciencia.
“Los conceptos de bondad, honradez y justicia están en el fondo de todas las religiones”
“La muerte no debe ser penosa para los que han vivido bien ni para los que le conocían de cerca las virtudes; Morir es seguir viaje”.
“…será inmortal quién merezca serlo…”.
La inmortalidad de los hombres no está en la existencia de una segunda vida, sino en cómo perduran eternamente sus virtudes en los corazones, en la forma en que trasciende en la humanidad su ejemplo.
“Muerte, muerte generosa, muerte amiga”
Esta frase, que propició la realización de este trabajo, leída sin haber realizado un estudio sobre este tema en Martí, me resultó difícil de entender, es ahora, después de haber iniciado, porque indiscutiblemente no se ha abarcado todo lo referente a su pensamiento sobre la muerte, es que puedo dar mi interpretación a la misma.
En el contexto en que escribió esta frase, en el Discurso pronunciado en el Liceo de Guanabacoa, el 28 de febrero de 1879, para honrar la memoria del poeta Alfredo Torroella, el cual reunía muchas cualidades positivas: como extremadamente humano, que pensaba en los pobres y en los problemas de estos como si fueran propios, Martí, precisamente por esto, solicita, metafóricamente llamándole amiga a la muerte, que no se llevara al poeta, ya que entre los suyos era necesario.
La muerte física representaba un dolor, una pérdida que se sufre, a la que no se le debe temer, siempre y cuando se dedique la vida a cultivar virtudes, entregándola a un sentimiento, a una obra, al bien de la Patria y de los hombres, porque cuando esto sucede, el legado que se deja merece el sacrificio y mitiga el dolor que se pueda causar a los seres queridos.
… Cuando se muere en brazos de la patria agradecida, la muerte acaba, la prisión se rompe, ¡Empieza, al fin, con el morir, la vida¡
Martí entregó la vida a cuanto hacía; sufrió, pero a pesar de sus abundantes dolores, fue feliz porque estaba plenamente convencido de sus actos.
“….la muerte no es verdadera cuando se ha cumplido bien la obra de la vida….”.
Con su caída, en el seno de la inmortalidad legó a su patria un nombre que por sí bastaría ante el resto de la humanidad, para salvarla del horroroso estigma de los pueblos oprimidos.
Como todo el pensamiento de Martí, este tema también ha estado presente en los hombres que han hecho la historia de mi país, en todas las etapas de nuestras luchas.
No puedo terminar, sin nombrar al alumno más aventajado del Apóstol de mi país, al más fiel seguidor y cumplidor de sus ideas, el que una y mil veces estuvo dispuesto a morir por la causa más humana, más noble y más hermosa, que es nuestra Revolución Cubana.
Nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz el 14 de mayo del 2004, mencionó:
“…SALVE CESAR, LOS QUE VAN A MORIR TE SALUDAN, SOLO LAMENTO QUE NO PODRÍA SIQUIERA VERLE LA CARA PORQUE EN ESE CASO USTED ESTARÍA A MILES DE KILÓMETROS DE DISTANCIA Y YO ESTARÉ EN LA PRIMERA LÍNEA PARA MORIR COMBATIENDO EN DEFENSA DE MI PATRIA….”