Lucifugas
Cuando pienso en todas ellas
el sol que habita dentro de mí se agita y arde,
me calcina los buenos y pocos pensamientos;
se agotan los besos profundos
y los pies mezclados a la luz de la luna
que aún aguardo en mi memoria.
Sale a flote mi única condena
que es la soledad infinita
y un desamparo del amor tremendo,
es que me rehusó a pensar que sea coincidencia
que todas se hayan marchado en la cúspide
de lo que llamábamos amor,
todas absolutamente todas se han ido
sin encontrar retorno,
dejando en mi maleta cartas con caligrafía pésima,
promesas con fechas vencidas y unas cuantas canciones
que ya nunca volveré a escuchar.
Sé que es tonto que siga hablando de ellas
pero el silencio nocturno las atrae
como la luz a los insectos lucífugos,
todos sus silencios,
sus recuerdos y sus olvidos me carcomen lentamente
mientras me tumbo en la cama,
esperando una carta de regreso.
Quizás deba comprender que soy un punto de partida
pero nunca de final.