Jefa, general y capitana
de todas las musas,
ven con tu acento indistinguible
y dictáme al oído los poemas de tu ausencia.
Tráeme el recuerdo de tus labios de merlot
para que las hojas no se quedén vacías
y las facturas en reverso
se colmen de metáforas.
Téjeme un nido con el hilo fino de tus sueños.
Acúname en la furia de tu grito
¡Libertad!
Siémbrame de esdrújulas; De éxtasis, de pólvora, de vértigo.
Concédeme el ritmo de las olas al viento,
para en este insomnio saber pulsar.
Entrégame esa intermitente pero interminable
mística manera
de sentir volar.