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Porque el territorio no es solo lo que se ocupa, sino cómo se ocupa (1)


Vivir en la ciudad es y será cada vez más común, sobre todo en el Sur Global (
2), donde se proyecta que la población urbana crecerá en 75% hacia 2050, el aumento más drástico a nivel mundial (3). El flujo perpetuo de habitantes se alimenta de las carencias del mundo rural, de la crisis climática y de la promesa de un futuro mejor en la gran ciudad.

Las ciudades del sur no coinciden en el mapa, pero sí en cortoplacismo, informalidad y corrupción, un caldo que facilita la desigualdad (4) y que, a su vez, se manifiesta en segregación, contaminación y en grados considerables de violencia (5).

Para resistir un escenario así, las ciudadanías se arman de ingenio, se visten de diversidad y se ponen en movimiento. Movimientos en forma de marcha y protesta, pero también de trabajo constante y colaborativo. Un esfuerzo lleno de la garra y resiliencia propias de las gentes populares.

 

Rotación: del pueblo al territorio

“El pueblo unido” de la canción se fragmenta (6) en movimientos tan plurales como la ciudad misma, pasando de la tradición protestante obrera a las arengas de las clases medias y los colectivos contracultura. Así, con el desafío que representa hacerlo cada quien por su lado, con estructuras más débiles y de menor capacidad política, esos movimientos urbanos encaran sistemas más duros en democracias más frágiles.

Es entonces cuando la lucha pasa a otro plano: el territorio, el “nuevo espacio de resistencia, resignificación y de redes sociales” (7). Un terreno que no solo se define por cómo es o dónde queda, sino por la organización colectiva a la que da lugar. Es a través de ese canje, de la cooperación y la resistencia, que se empieza a entretejer un “escenario de politización” donde el rol de sus miembros pasa de un mero habitar a una producción intencionalmente activa. Un intercambio vivo que apaga lo individual y despierta lo colectivo, donde “la vida de barrio” florece sobre su propio eje, llenando de identidad al territorio y a quienes lo habitan.

Camilo Sánchez – Rio de Janeiro (Brasil), 2016


Traslación: del territorio a la ciudad

En ese punto brota la movilización porque es allí donde las injusticias sociales y climáticas golpean con más fuerza. En personas y en lugares como los asentamientos informales, donde residen cerca de mil millones de habitantes, la gran mayoría en el Sur Global (8), entre poblaciones indígenas, campesinas, afrodescendientes, migrantes y, casi siempre, en pobreza extrema, que coinciden en la urgencia de un refugio y en la imposibilidad de acceder a la ciudad formal. Favelas, villas, campamentos y tugurios urbanos, donde la ausencia de derechos y servicios básicos se compensa con aguante y cooperación, como pasa en América Latina, donde 3 de cada 4 se organizan en comunidad (9). Así, por voluntad o mera necesidad, las vecinas (sobre todo ellas) dibujan las bases del movimiento social.

El proyecto territorial se ensambla a punta de herramientas artesanales como las juntas de acción comunal, con estructuras organizadas pero flexibles, en una especie de “democracia directa” (10), donde las partes suelen asumir un rol activo y responsabilidades concretas. Y aunque seguramente ese escenario tan ilusorio no sustituye el hambre y la injusticia, sí ha sido capaz de denunciarlas y resistirlas.

Cuando las demandas del territorio se consolidan y hacen públicas, empiezan a encontrar eco en los reclamos e ideales de otras colectividades urbanas, como los movimientos feministas, estudiantiles o ambientalistas, lo que da espacio a nuevas formas de articulación (5), para girar en torno a una causa común y hacer frente a esa posible desventaja de la fragmentación contemporánea.

Así es como, desde sus territorios físicos y simbólicos, el pueblo se transforma en movimientos que habitan y dan forma a la ciudad, no solo por las injusticias que allí se encierran, sino por la transformadora capacidad de sus habitantes para superarlas.

Camilo Sánchez – Santiago de Chile, 2019

REFERENCIAS

  1. ZIBECHI, R. (2003) «Movimientos sociales latinoamericanos: tendencias y desafíos» en OSAL (Buenos Aires: CLACSO) Año IV, N°9, enero.
  2. El “Sur Global” es un concepto que se refiere a países históricamente marginalizados, aunque no exclusivamente ubicados en el hemisferio sur. En oposición a otros como «tercer mundo» o «países en desarrollo», el término “tiene más peso a la hora de resistir a las fuerzas hegemónicas”, Leigh Anne Duck, Global South Studies Center, Cologne.
  3. World Resources Institute, taken from UN DESA – World Highlights Population Prospects, United Nations Department of Economic and Social Affairs, 2019
  4. PNUD Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (2019). Informe sobre desarrollo humano 2019. Chancel, L., Piketty, T., Saez, E., & Zucman, G. (Eds.). (2022). World inequality report 2022. Harvard University Press.
  5. Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal de México (2021)
  6. DÁVALOS, Pablo (2006) «Movimientos sociales y razón liberal: los límites de la historia» en OSAL (Buenos Aires: CLACSO) Año VII, N°20, noviembre.
  7. SVAMPA, M. (2007) «Movimientos sociales y escenario político: las nuevas inflexiones del paradigma neoliberal en América Latina», trabajo presentado en la VI Cumbre del Parlamento Latinoamericano, Caracas, 31 de julio al 4 de agosto de 2007.
  8. UN Stats. Rapid urbanization and population growth are outpacing the construction of adequate and affordable housing (2019)
  9. TECHO Internacional (2016). Desde el territorio. Chile
  10. PARRA, M. A. (2011). Características actuales de la movilización social en América Latina. OSAL, 30, 43-64.

Foto de portada : Camilo Sánchez – Ammán (Jordania), 2022

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Camilo Sánchez

Publicista. Diplomado en Fotografía y en Guión Cinematográfico. Magíster en Comunicación Social. Dedicado a la comunicación desde las ONGs para la justicia climática y social.

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