Tiempo de Lectura: 11 minutos

En estos últimos meses los tiempos políticos se han acelerado en Alemania.
Por un lado vivimos un año electoral en donde las fuerzas conservadoras ya han decidido que el próximo representante de la derecha será Armin Laschet de la democracia cristiana (CDU, partido de Merkel). Mientras que por su parte los verdes (Die Grünen) han elegido a Annalena Baerbock, que reúne los anhelos progresistas en relación a la crisis climática pero de orientación neoliberal. Lo más probable es que de estas dos facciones saldrá él o la próxima canciller de Alemania, dejando fuera de la discusión cualquier transformación en relación a los temas sociales y económicos más acuciantes en la actualidad.  

Por el otro, el 2020 funcionó como un momento de visibilización que ha servido para mostrarle a un gran número de personas que los problemas que se pensaban eran los urgentes en 2019, principalmente la crisis ambiental, se combinan profundamente con la desigualdad, la pobreza y la explotación. Ya no son pocxs lxs que critican fuertemente la democracia delegativa, tanto por izquierda como por derecha, y tampoco son pocas las voces que comienzan a pedir un cambio profundo en la sociedad. 

Esto ha generado una reacción conservadora de parte del Estado alemán y de las fuerzas políticas que lo conducen. Intentaremos graficar esta reacción conservadora en desarrollo a través de dos momentos ocurridos este año parte de este cambio que viene sucediendo en la sociedad en los últimos tiempos.
Primero, uno de los puntos de inflexión de este año 2021 ha sido el rechazo de la Corte Suprema alemana a la Ley de freno a los alquileres en Berlín (Mietendeckel), lo cual tuvo un impacto importante tanto a nivel mediático como institucional y económico en todo el país. Segundo, la masiva movilización, seguida de una feroz represión por la policía que dejó cientos de detenidxs  y heridxs, del 1ero de Mayo ocurrida en Berlín, que mostró la importancia de lxs trabajadorxs migrantes y su vinculación con las luchas históricas de los sectores trabajadorxs.

Movilización Revolucionaria 1ero de Mayo, Berlín 2021

Mietendeckel. ¿El final o el comienzo?

El jueves 15 de abril del 2021 fue un día de contrapuntos. Un día de injusticia, un día en donde lxs que gobiernan al mundo dejaron en claro quién gobierna. Pero también fue un día de furia y de esperanza para lo que viene. Fue un día de esos que no abundan en Berlín.
Ese día, la Corte Suprema de Alemania (Bundesverfassungsgericht) decidió que la Ley que imponía un límite al aumento excesivo y especulativo en los alquileres (Mietendeckel Gesetz) en Berlín es inconstitucional. Ningún valor tiene, al parecer, que esta medida afecte a más de 1.5 millones de habitantes de la ciudad capital (1). Tampoco parece importar que la Ley fue aprobada en enero de 2020 en el Senado de Berlín con la mayoría de lxs diputadxs elegidxs por el pueblo. Quedó claro que el Estado sigue manteniendo esa variable escrita en piedra desde sus orígenes: defender los intereses de lxs que más tienen.
La decisión judicial reabre la posibilidad para que los grandes jugadores del sector (entre ellos “Deutsche Wohnen” que tiene un total de 110.000 departamentos solo en la capital alemana y es la segunda empresa más importante del sector a nivel nacional, por debajo de “Vonovia”) (2) impongan condiciones y precios con el único límite de su imaginación, al mismo tiempo que puedan cobrar retroactivamente los alquileres desde diciembre 2020 hasta la fecha.
Es un día triste para la gran mayoría de lxs habitantes de Berlín, incluso para esxs que hoy en día piensan que esta medida no lxs afecta, porque más rápido que tarde verán su nivel de vida decaer ante el aumento generalizado de precios (desde el año 2009 los alquileres han aumentado un 40% en Berlín, mientras que la inflación acumulada en esos años fue de solo 14,1%) (3). No es menor tener en cuenta que la medida afecta a 9 de cada 10 departamentos en alquiler en la ciudad (4). Pocas veces quedó tan claro el efecto negativo directo de una medida sobre las mayorías. Y pocas veces ha quedado más clara la connivencia entre partidos políticos de derecha y el poder judicial.  


Desde Latinoamérica sabemos muy claramente lo que significa la colusión entre el poder judicial y los partidos defensores del statu quo. En nuestras tierras el llamado
lawfare ha logrado destruir leyes ampliamente debatidas por el pueblo y encarcelar a líderes populares (como Lula en Brasil). Son solo algunos ejemplos de cómo la supuesta imparcialidad de la justicia y la división de poderes solo funciona cuando se trata de defender los intereses de las grandes corporaciones.
En el caso alemán, esta alianza entre grupos empresarios, partidos de derecha y sistema judicial quedó demostrada sin sutilezas en el proceso contra el Mietendeckel. Desde la aplicación de la normativa, los partidos representantes de las corporaciones, es decir la CDU y el FDP, comenzaron una campaña en contra de la misma, llegando al extremo de que 284 diputadxs de estas fuerzas presentaron la demanda sobre la cual se expidió el Bundesverfassungsgericht (5).
Como si esto no fuera suficiente, el Presidente del Bundesverfassungsgericht es un miembro reconocido de la CDU y fue diputado en el Bundestag por más de diez años en representación de ese partido. Así, el actual partido gobernante, que posiblemente también lo será en el futuro, cierra el círculo defendiendo los intereses privados de los empresarios del negocio inmobiliario. Razones de sobra tienen para accionar de esta manera, el 80% de los aportes económicos de la CDU provienen de las empresas inmobiliarias (6).
No hay que olvidarse de esta terrible historia, ya que los grandes medios de comunicación, de la mano de los partidos de las inmobiliarias, están lanzando una campaña para desligarse de la culpa que les compete a esos partidos por empeorar significativamente los niveles de vida de la población. A  nadie se le escapa que la decisión del Bundesverfassungsgericht es una de las más controversiales de los últimos años, y que implica un gran costo político para los partidos que la apoyan. En septiembre de este año habrá elecciones nacionales, y allí se encuentra la razón para intencionalmente confundir a la opinión pública sobre quién tiene la responsabilidad política de esta decisión. 

Enfrente del poder judicial está el pueblo
Al mismo tiempo, ese día fue uno de lucha y de expresión de rabia popular frente a estas medidas en contra de millones de personas. Espontáneamente, entre 15.000 y 20.000 Berlineses se movilizaron en contra de la resolución de la Corte Suprema. Estuvieron presentes diferentes sectores que habitualmente no comparten consignas o banderas en común, pero que entienden claramente que la lucha contra la especulación financiera es uno de los puntos centrales de la situación actual. En una ciudad y en una sociedad, donde lo espontáneo no abunda y las formas de intervenir en la escena pública se encuentran hiper-reglamentadas, es algo que vale la pena remarcar.
A su vez, existen diferentes propuestas para lanzar una campaña a nivel nacional similar a la que llevó a la ley de Mietendeckel en Berlín.
En un contexto, en donde la vida social y política debido a las medidas tomadas ante la pandemia global han quedado fuertemente restringidas, y donde ha quedado al descubierto quiénes son lxs que efectivamente gobiernan nuestros Estados, esto puede ser la chispa que inicie un nuevo ciclo ascendente de luchas populares.


Un primero de Mayo diferente

El 1ero de Mayo de 2021 quedará grabado en la historia personal y colectiva de muchas personas y organizaciones. La movilización no solo ha sido un momento importante en la historia particular de lxs que se pusieron al hombro la organización y la convocatoria por primera vez en muchos años, sino también ha funcionado como un punto de inflexión para un sector de la izquierda alemana en relación a la tradición de este día y a la cultura de esta movilización. Sabemos que la historia tiene mucho peso sobre el presente, y eso es mucho más real en este país que en otros.

La organización de la manifestación de este año estuvo en manos de organizaciones como : migrantifa (organización de grupos alemanes racializadxs o mit Migrationshintergrund), la izquierda autonomista alemana, el movimiento por la expropiación a las grandes empresas inmobiliarias (Deutsche Wohnen & Co. enteignen), los grupos que nuclean a las casas comunitarias (Projekthäuser) y el Bloque Latinoamericano, entre otras.
Esta alianza tuvo ciertos puntos claves para poder concretarse y mantenerse: evitar cualquier tipo de violencia o agresión a la policía, así como también frente a negocios o espacios de trabajo en los barrios por donde pasará la movilización; que la movilización transcurriera por los barrios de Neukölln y Kreuzberg, reconocidos por ser espacios donde habita la población alemana identificada como migrante; finalmente, que el Bloque del frente de la marcha iba a ser ocupado por un bloque internacional (el Internationalistischer Block).
Aisladamente, estos puntos no representan ninguna innovación, pero si tenemos en cuenta que históricamente en Berlín la movilización del 1ero de Mayo está hegemonizada por los grupos autonomistas y anarquistas que han hecho de la confrontación con la policía una marca registrada de esta fecha (que tiene como objetivo para estas organizaciones posicionarse dentro de la escena de izquierda como las organizaciones que enfrentan el poder del Estado de forma radical, el bien conocido «radicalometro» de la izquierda), vemos la relevancia histórica de haber llevado adelante la alianza bajo los puntos antes mencionados.
Esta tendencia histórica a separar la movilización entre lxs que se entienden como izquierda radical y lxs que se proponen como organizaciones que respetan la institucionalidad, había consolidado tres tipos de manifestaciones diferentes en esta fecha: la movilización de los sindicatos y partidos que participan de la institucionalidad, una movilización en bicicleta que lleva la protesta a los lugares más adinerados de la ciudad y finalmente la marcha revolucionaria.
La movilización de la izquierda revolucionaria está caracterizada desde la movilización de 1987 por su intención de generar disturbios callejeros, incendios de autos y destrucción de negocios. A partir de allí, en la cultura de izquierda, esta conmemoración dejó de estar vinculada a las luchas de lxs trabajadorxs por la construcción de un mundo sin explotación, para pasar a estar vinculada con una demostración de fuerza y de gimnasia en la confrontación con la policía. No es menor también destacar que esto facilitó muchísimo que la prensa, el gobierno y las mismas fuerzas de seguridad ubiquen a esta manifestación como el momento clave para aleccionar a lxs violentxs.

Desde el año 2003, a estas movilizaciones se le suma una fiesta organizada por el gobierno de Berlín y los sectores liberales, llamada “MyFest”, que buscaba quitarle el tinte confrontativo y cualquier identificación de clase a la conmemoración, convirtiéndola en una de las tantas fiestas que existen en Berlín. El lugar elegido para hacerlo es el Görtlitzer Park hacia donde históricamente se dirigía la movilización del 1ero de Mayo en los tiempos previos a la unificación alemana. Sin lugar a dudas, esta ha sido una de las tácticas más exitosas del gobierno de la ciudad, logrando que lo que más se extrañe en la ciudad es la ausencia de esa fiesta callejera.
Como no podía ser de otra forma, estos diferentes momentos fueron debilitando a la movilización y la conmemoración de este día clave para lxs trabajadorxs de todo el mundo. De a poco, la movilización de los sindicatos fue decayendo, mientras que la movilización revolucionaria fue perdiendo su capacidad de convocar a personas por fuera de las organizaciones autonomistas y anarquistas. Podemos decir que la brecha abierta por el formato que tomó la marcha revolucionaria, fue generando un espacio que no fue llenado por las fuerzas populares, sino por los detentores de poder, generando una fiesta que ensalza todo el ideario neoliberal: la historia se terminó, no hay más lucha de clases, ¡Ahora a festejar y bailar!
Consideramos que la fuerza centrífuga de la pérdida de vinculación entre las organizaciones de izquierda y la clase trabajadora fue la razón estructural de este hecho histórico. Así, mientras más era la desconexión entre estos dos sujetos sociales, más se profundizaba la necesidad de mantener el 1ero de Mayo como un momento de demostración simbólica de la radicalidad a través de mostrar el deseo de confrontar contra la policía y las propiedades de los pequeños comerciantes.
Por su parte, los sindicatos, herramienta clave de la consolidación del statu quo luego de la unificación alemana, no fueron capaces de mantener la masividad de la movilización lo que terminó de desconectar este día con la lucha histórica de lxs trabajadorxs en pos de la emancipación.
Aquí es necesario mencionar el rol que juega la descomposición de la clase obrera alemana sufrida en los años 1990-2000, y la recomposición bajo nuevos parámetros. El movimiento sindical en la actualidad se ocupa principalmente de representar a una elite obrera no migrante que posee los derechos laborales más avanzados a nivel global, mientras millones de puestos de trabajo que son ocupados por migrantes en Alemania (limpieza, construcción, cuidado, etc.) o que son externalizados hacia países del Sur global quedan por fuera de la representación sindical sin derechos y en condiciones precarias.
Aquí radica lo fundamental de la ausencia histórica de lxs migrantes en esta movilización.
Ya que no solo existía una desconexión con la violencia como herramienta de lucha simbólica (y con la izquierda que la levanta como estandarte), sino también una desconexión material en relación a la composición subjetiva e histórica de la clase obrera en el siglo XXI.
Todas estas tensiones, profundizadas por la pandemia, llegaron a un clímax en el 2020, dando como resultado la no realización de las clásicas movilizaciones.
Esto sentó las bases para que en 2021 las organizaciones autonomistas hagan un llamado a sumar más organizaciones por fuera de su marco de alianzas habituales. Así es que por primera vez organizaciones migrantes y de alemanes racializadxs se sumaron a la movilización de manera protagónica. Esto repercutió en que cerca de 25.000 personas participaran de la marcha, y que haya marcado un antes y después. No solo por la masividad de la movilización sino también porque las diferentes expresiones de la izquierda lograron superar sus contradicciones y conflictos en pos de generar una alianza en contra de la situación actual. 


La lucha es un arma cargada de futuro

Hasta ahora, el Estado alemán ha dejado claro que defenderá los intereses privados por sobre los de las mayorías; con pandemia, o sin ella. La perspectiva de un nuevo (en realidad no tan nuevo) gobierno de la CDU puede configurar un escenario de mayor debate, unidad y organización de los sectores progresistas y de izquierda en pos de encontrar respuestas colectivas a esta pandemia llamada capitalismo.
La decisión de las elites de ir en contra del Mietendeckel y de reprimir violentamente el 1ero de Mayo puede haber sido el punto de inflexión para que muchxs ya no depositen su confianza en los partidos tradicionales y en el sistema en general.

Al mismo tiempo es importante no perder de vista que Berlín, como ciudad capital y mayor centro político del país, suele ser un lugar de mayor agitación y radicalidad política. Sin embargo, la crisis desatada por el coronavirus ha visibilizado la crudeza del sistema en el que vivimos, lo que, combinado con la constatación en todo el territorio del impacto de la crisis climática (lo que se traduce en crisis migratoria, crisis productiva en el agro, sequías, destrucción de bosques nativos, etc.), ha dado mucha más amplitud al debate sobre las alternativas sistémicas, llegando a influenciar los debates incluso en los rincones más alejados del país.

Aunque esto ha generado un aumento de la desconfianza que las mayorías tienen frente a las instituciones públicas, no implica automáticamente que la izquierda tenga asegurado su crecimiento, ya que las fuerzas conservadoras han sabido aprovechar este descontento con discursos antisistémicos. Actualmente ya no es suficiente seguir ocupando el espacio cómodo de la crítica sutil y bienpensante. La nueva coyuntura obliga a las organizaciones, quieran estas o no, a posicionarse frente al gran elefante en el cuarto: ¿la izquierda tiene un proyecto de sociedad a futuro o solo está aquí para defender su pequeño espacio de comodidad autopercibido?
Plantearse esa pregunta con todo su peso y profundidad implica una tarea ardua para la izquierda en la búsqueda de respuestas colectivas y creativas en pos de construir mayorías que permitan transformar la realidad.

(1) https://www.sueddeutsche.de/politik/berlin-mietendeckel-karlsruhe-1.5265936

(2) https://www.tagesspiegel.de/berlin/deutsche-wohnen-in-berlin-110-000-wohnungen-110-000-renditeobjekte/20425844.html

(3) ① Inflationsrate Deutschland – Inflation 2021, 2020, 2019, 2018 

(4) Bundesverfassungsgericht: Berliner Mietendeckel verfassungswidrig | tagesschau.de 

(5) https://www.tagesschau.de/inland/innenpolitik/mietendeckel-klage-101.html

(6) https://www.spiegel.de/politik/deutschland/lobbyismus-immobilienwirtschaft-ist-groesster-cdu-spender-a-e7fb0d5d-28a0-4532-b4a4-a3a8bbab75f4-amp?fbclid=IwAR0CayI-EsATvLCxlG_ia4BKcLJD8q6Zdbe1CetykcBGqSJi3fD-k-ifnu8

0
Dario Farcy

Darío Farcy es licenciado en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires. Ha participado activamente en el movimiento de autogestión en Argentina, y forma parte de Fedecaba (Federación de Cooperativas Autogestivas de Buenos Aires). A su vez, ha sido profesor en diferentes experiencias de educación popular en la Ciudad de Buenos Aires. Es parte del Bloque Latinoamericano en Berlín, Alemania.

Dejar un comentario